Los lugares comunes de la ministra Choquehuanca
Preguntada por el problema del machismo en el país, dijo la ministra: “Pero creo que aquí hay que hacer un mea culpa también ¿no? Quienes educamos a los hombres, a los hijos varones, somos las mujeres” con lo que responsabiliza de la desigualdad de género a las mujeres.
Al día siguiente de su designación, la ministra de la Mujer y Poblaciones Vulnerables, Ana María Choquehuanca, en una entrevista en Canal N, hizo afirmaciones que encajan en preocupantes lugares comunes machistas.
Como recién comienza, corresponde darle el beneficio de la duda y pensar que estas declaraciones se deben a confusión o desconocimiento. Por ello, aquí dejo algunas aclaraciones que tal vez puedan serle útiles.
Su declaración más polémica fue: “Yo no tengo un sesgo feminista, en verdad creo que el machismo tampoco es bueno, yo siempre me he ido por la igualdad de oportunidades” o sea para la nueva ministra de la Mujer, feminismo es machismo al revés y encima no tiene nada que ver con la igualdad de oportunidades.
Primera aclaración: el feminismo es una propuesta de pensamiento y acción que lucha por la igualdad entre hombres y mujeres, que con cada victoria, grande o pequeña, le va devolviendo su humanidad a las mujeres y con ello también a los hombres. No invierte el machismo, desmonta la desigualdad. Recientemente, hubo una excelente iniciativa colectiva feminista: un tuitazo dirigido a la ministra en que centenares de mujeres, en la mejor onda, le explicaron qué es el feminismo, ojalá revise cuidadosamente esos tuits.
Segunda aclaración: en medio de su confusión, la ministra nos habla de la mayor pertinencia de concentrarnos en la igualdad de oportunidades. Nuevamente: la igualdad es la apuesta del feminismo, y por tanto desde sus canteras intelectuales se han desarrollado las herramientas analíticas para entender por qué es que no existe la mencionada igualdad de oportunidades, tradición intelectual de la que ha resultado el enfoque de género. No se puede atacar la falta de igualdad de oportunidades sin conocer aquello que explica su origen: teoría feminista, enfoque de género. Esas son las fuentes a las que hay que acudir para tener claro el planeamiento estratégico.
Cuando el entrevistador comentó: “una dosis de feminismo no le caería mal a este país” la ministra se rió y respodió: “¿más? Nooo, vamos bien, vamos bien”
Tercera aclaración: las palabras de la ministra implican que en nuestro país hay más que suficiente feminismo. La lucha por la igualdad entre hombres y mujeres o lucha feminista, si bien se viene abriendo espacios, es aún minoritaria y por ello hay todavía mucho por hacer. Se trata de una lucha imprescindible a la que el Ministerio de la Mujer tiene el deber de contribuir. Un feminicidio – o su tentativa – por día, nos indica que no, no vamos bien.
Preguntada por el problema del machismo en el país, dijo la ministra: “Pero creo que aquí hay que hacer un mea culpa también ¿no? Quienes educamos a los hombres, a los hijos varones, somos las mujeres” con lo que responsabiliza de la desigualdad de género a las mujeres. Como cuando en una violación se culpa a la mujer por andar sola a altas horas de la noche o llevar minifalda, la ministra cae en el peligroso lugar común de la culpabilización de la víctima, señalando que “definitivamente somos nosotras las que tenemos que cambiar de actitud”.
Cuarta aclaración: el machismo, la desigualdad, son producto de un sistema social que estructura la vida de hombres y mujeres, y que se reproduce a través de ambos. No se trata de hombres contra mujeres, se trata de un sistema de opresión (el sistema de género) del que las mujeres se llevan la peor parte (menos oportunidades de desarrollo, más violencia y feminicidios) pero que también crea problemas a los hombres (mayores índices de adicciones y suicidios). El reto que tenemos como sociedad en esta materia es un cambio estructural que de ninguna manera es solo responsabilidad de las mujeres.
Cada hombre y mujer desde donde esté, puede contribuir a hacer una sociedad más justa, pero los esfuerzos individuales no son suficientes. Necesitamos organización colectiva feminista cada vez más fortalecida en alianza con otros movimientos sociales y, por supuesto, una política pública intersectorial a la altura de las grandes urgencias de la desigualdad de género. En esto último, corresponde a la Ministra de la Mujer un liderazgo decidido… ojalá.