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La masculinidad como posición de autoridad está demasiado naturalizada

Lo que hay detrás de “Ponte los huevos PPK”

En la marcha del 12 de diciembre (12D), lo mismo que en redes sociales en los últimos días, el clamor por los huevos de PPK es un llamado a que despliegue su masculinidad. Implicando que es en ella donde residen características como la determinación, la valentía y el liderazgo político.

Angélica Motta y Arón Nunez-Curto

Publicado: 2016-12-29

En medio de la reciente crisis política por la censura del ministro de Educación, Jaime Saavedra, mucha gente le reclamó a PPK en calles y redes sociales, con justa razón, determinación y liderazgo a la altura de las circunstancias a fin de frenar la ofensiva desestabilizadora del fujimorismo en el Congreso. Hasta allí todo bien, sin embargo y desafortunadamente, se apeló insistentemente a sus testículos (coloquialmente llamados “huevos”) para esta demanda; lo que revela el profundo machismo instalado en nuestro sentido común cuando se trata de pensar el liderazgo político. 

En la marcha del 12 de diciembre (12D), lo mismo que en redes sociales en los últimos días, el clamor por los huevos de PPK, es un llamado a que despliegue su masculinidad. Implicando que es en ella donde residen características como la determinación, la valentía y el liderazgo político.

Estos reclamos provienen incluso de personas bien intencionadas, preocupadas por la justicia social y la igualdad de género en nuestro país. Debe ser que la masculinidad como posición de autoridad, en una sociedad tan profundamente patriarcal como la nuestra, está demasiado naturalizada.

Llamar la atención sobre esto no es exageración, no se trata de un tema banal, no son solo “formas de hablar”. Es en el terreno de lo simbólico, de las prácticas cotidianas, donde se afianza el poder y la desigualdad. La idea de que son los “huevos” el lugar del liderazgo político equivale a decir que son los hombres los llamados a ejercerlo y este tipo de sentido común tiene consecuencias concretas en la vida política de nuestro país.

La brecha de participación política entre hombres y mujeres es alarmante, son muy pocas las mujeres que asumen y se mantienen en cargos de representación política. En este momento, solo la tercera parte del gabinete son mujeres, y no faltan los intentos de desautorizar su palabra y decisiones, como cuando el cardenal Cipriani las llama “respondonas”. De la misma forma, en el Congreso, solo un 28% de curules son ocupados por mujeres. (Llaja, 2016). Un ejemplo más dramático es la participación de las mujeres en los gobiernos locales: menos de 4% desde 1983, sin tendencias hacia un incremento (INEI, 2015).

Queda claro que las mujeres la tienen mucho más difícil que los hombres para participar en política, y esto no es asunto de biología ni de capacidades morales como se solía aducir cuando se discutía el reconocimiento del derecho al voto de las mujeres, del lado de quienes querían mantenerlas en casa, dóciles y sin voz. Es precisamente ese tipo de sentido común machista -del que quedan expresiones como la de los “huevos” de PPK- el gran obstáculo.

Si queremos nuevas formas de hacer política, más equitativas y democráticas más bien nos conviene alejarnos de valores machistas, que reifican lo masculino como el lugar de la autoridad y el liderazgo.


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Cuestión de género

Reflexión y crítica sobre las desigualdades de género.